domingo, 5 de diciembre de 2010

ALTERACIONES MACROECOLÓGICAS EN LA ATMÓSFERA.


 
 Lluvias ácidas.

Formacion de lluvia acida

    La contaminación del aire  afecta lógicamente a la atmósfera que envuelve a nuestro planeta y a medida que esta a alcanza niveles críticos, se generan alteraciones macroecológicas que ya se han hecho presentes y son permanentes en la afectación de la estabilidad atmosférica del planeta y la generación de cambios climáticos que se sienten en cada uno de los rincones de la Tierra, como son:
 

     El pH de la lluvia es 5,65 (en un medio natural en ausencia de contaminantes) debido a la presencia del CO2. No obstante, cuando el aire contiene SOx y NOx por acción de los fenómenos anteriormente estudiados y en presencia de suficiente humedad, se forman los ácidos HNO3 y H2SO4, responsables del fenómeno aludido. Si predomina el ácido nítrico sobre el sulfúrico, entendemos que las fuentes móviles contribuirán en mayor grado que las fijas a este tipo de contaminación.


     Los NOx y SOx pueden viajar durante cientos de kilómetros arrastrados por corrientes de aire, en niveles próximos al suelo (inferiores a 2 Km), llegando a provocar lluvias ácidas en zonas muy alejadas. Se han detectado estos fenómenos en Terranova y en la península escandinava como consecuencia de emisiones realizadas en las zonas industrializadas más al sur, desplazándose la contaminación en dirección NE.
Las lluvias ácidas producen los siguientes efectos:


  • Acidificación de las fuentes naturales del agua, afectando a la fauna acuícola y al plancton.



  • Lixiviación de los nutrientes del suelo, afectando a cosechas y bosques.



  • Aumento de la corrosión de los materiales.



  • Efecto invernadero.

         Recibe ese nombre un fenómeno asociado al hecho de que ciertos gases presentes en la atmósfera son capaces de almacenar radiación de onda larga, es decir, calor. La mayoría de esos gases proceden de fuentes naturales, aunque la proporción de tipo antropogénico no cesa de aumentar. Por ello los expertos del IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático) de la ONU predicen como inevitable un cambio climático inminente. En la última cumbre, celebrada en Kioto, se han tomado medidas para controlar las emisiones de gases efecto invernadero (principalmente CO2), aunque como en tantas otras ocasiones se revelan insuficientes y tardías.

         Según el Atomic Energy Agency del Reino Unido, la contribución del CO2 al calentamiento global supone un 55% del total (repartido entre la desforestación con un 15%, la producción de energía eléctrica con un 11% y otro tipo de fuentes con el 29% restante), mientras el 45% restante se reparte como sigue: el N2O con un 5%, CH4 y otros hidrocarburos con un 20% y los CFCs con el 20% reestante. Falta el detalle de la fecha, aunque podría ser muy bien a finales de los ochenta (C.T.M.A., anuario 1996).

         Gracias a la atmósfera la temperatura media del planeta es 15 oC en lugar de los previsibles -18 oC que tendríamos sin el conocido efecto invernadero. Habida cuenta que en torno al 50% de la electricidad y casi el 100% del transporte utilizan los combustibles fósiles que al ser quemados emiten al aire CO2 y vapor de agua. Desde principios de siglo la población mundial se multiplicó por tres mientras el consumo energético lo hizo por 15, pasando de 21 a 340 exajulios (1 exajulio = 1018 julios), de los que más del 70% corresponden a los países ricos que apenas suman el 20% de la población. Así mientras un canadiense consume 40 veces más energía que un chino, éste consume el doble de un nigeriano. El total de emisiones anuales estimadas de CO2 es 7400 MT/año (Kirkwood). Otras estimaciones sitúan esa cifra en 5.300 MT/año de C (O'Neill) o 6.000 MT/año de C (Tapia/Toharia) equivalente a unas 20-22.000 MT/año de CO2 frente a un nivel de 720.000 MT de C (O'Neill) depositado en la atmósfera, equivalente a 2.640.000 MT de CO2. Aunque las cifras pueden resultar mareantes, no olvidemos que las tasas de emisión de dióxido de carbono seguirán aumentando los próximos años y por tanto el ciclo del carbono se verá alterado, aumentando, previsiblemente, la concentración de dicho gas en la atmósfera y el riesgo que ello conlleva.

    

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